No puedo recordar un momento en que no conociera y creyera esta verdad teológica de alguna manera, gracias a mis padres quienes la enseñaron y la vivieron en nuestro hogar desde que era una niña. Sin embargo, cada vez más, a lo largo de mi edad adulta y más aún en los últimos años, esta forma de ver las crisis y complejidades de la vida en este mundo roto ha cautivado mi corazón. Se ha convertido en una lente a través de la cual veo y proceso, en fin, todo. Rara vez pasa un día en que no hable de ello o lo comente de alguna manera con otra persona, alguna persona que esté jadeando por aire en medio de las agitadas aguas bravas de sus propias preocupaciones, preguntas, temores o dificultades. Pocos minutos antes de escribir esto, de hecho, tuve la oportunidad de recordarle a una querida amiga esta tranquilizadora verdad en una conversación telefónica.
“El cielo gobierna”, para mí, no es un refrán impreciso confinado a los reinos invisibles más allá del tiempo y el espacio. Nos recuerda que nuestro Dios en el cielo controla y obra activamente por medio de cada suceso, evento y circunstancia que tiene lugar en la tierra, y lo hace para lograr sus propósitos buenos, eternos y redentores.
Lo hace a pesar de lo que puedas escuchar sobre el estado de nuestro mundo mientras miras o repasas las noticias del día.
Lo hace a pesar de lo que surja mientras revisas tu correo electrónico o las redes sociales después de salir de una larga reunión.
Lo hace a pesar del nerviosismo que acelera tu pulso mientras estás sentado en otro consultorio médico o en la sala de espera del hospital, pendiente de escuchar tu nombre.
El cielo sigue gobernando. El cielo siempre está gobernando.
Reconozco que no siempre parece ser así. A veces podría parecer todo lo contrario. En cualquier día de noticias, podría parecer que nuestro mundo está fuera de control, que los malhechores están ganando y que Dios no puede (o no está dispuesto a) hacer nada al respecto. Mientras escribo este libro las noticias están inundadas con reportajes sobre los estragos, entre ellos el genocidio, que están teniendo lugar en Ucrania. ¿Gobierna el cielo en ese rincón del mundo que está siendo reducido a escombros?
En un nivel más personal, podría parecer que a Dios no le interesa tu situación, que no se decide a actuar, incluso que es fríamente indiferente respecto a los asuntos que pesan mucho en tu mente y tu corazón, que te perturban, te angustian y te roban el gozo.
Sin embargo, para aquel que “conoce a su Dios” (Daniel 11:32), ni siquiera los sucesos más temidos, drásticos o mortales pueden robarle la esperanza y confianza en Él. Todo irá bien, aunque por el momento nada parezca ir bien. Esta verdad es inquebrantable, a pesar de todas las cosas que indican lo contrario. Incluso, cada noche, cuando las tormentas arrecian dentro y alrededor de nosotros, podemos dormir en paz, y cada mañana podemos despertarnos con un consuelo y valor renovados debido a esta realidad inmutable e irrefutable. Porque el cielo gobierna.
Articulo tomado de El cielo gobierna, (Heaven Rules, 2022) por Nancy DeMoss Wolgemuth